lunes, 26 de octubre de 2009

Criterios Pedagógicos de Intervención con Menores en Conflicto

II. HÉROES DEL ACONTECER VIOLENTO.

"No se olvide que el niño, el adolescente, no debe ser estudiado como un enten solitario, sino inserto en una realidad espacial y temporal, que a su alrededor se encuentra su familia y su contexto, que no puede ser diagnosticado en un corte vertical de su vida: "es así", porque tiene una realidad transversal con un pasado y un futuro (a veces oscuro). Además los diagnósticos negativistas que sólo insisten en clasificar y resaltar los aspectos problemáticos, no sirven para nada, hay que pronosticar pero aludiendo a lo positivo, a lo que le motiva, a lo que le engancha socialmente, para llevarlo a efecto y desarrollar todas sus potencialidades.

1. No hay violencia juvenil. Hay violencia, del ser humano, de grupos, de Naciones.

Véase ETA; Argelia; Ejecución de una mujer (otras veces son hombres o menores que dejan de serlo) en Estados Unidos país que no ha ratificado la Convención de Derechos de la Infancia.

Las urbes en que habitan nuestros niños (habitamos), son agresivas, inhumanas, el rey de esa selva es el vehículo a motor, se generan miedos, el niño tiene que ser visto en todo momento o puede ser atacado por un pederasta, un psicópata, un secuestrador, un drogadicto, esta constante alarma social, hace que sean recluidos en sus cuartos ante una pantalla de T.V., ordenador, video-juego. En todo caso hay más violencia latente que real y más psíquica que física.

Debe romperse el vínculo violencia /juventud, véanse para ello los datos de las Memorias de la Fiscalía General del Estado y compárense por franjas de edad. Acontece que paradójicamente los medios de comunicación, hipertrofian lo minoritario y negativo, olvidando destacar lo genérico y positivo, como la solidaridad juvenil.

2. El joven no es emisor de violencia, es el receptor.

Piensese en los niños maltratados, a veces físicamente, otras emocionalmente. Los que nacen con síndrome de fetoalcohol u otras drogas, los que aprenden bajo el lema "la letra con sangre entra", los que tienen que estar en una cárcel con sus madres, los que son obligados a traficar ("trapicheo") con drogas, a robar como forma de subsistencia, a prostituirse, los que trabajan, mendigan, no asisten a la escuel, porque una sociedad injusta que "no va bien" lo etiqueta como desheredado, porque hay padres qeu de hecho no lo son, que fracasan en la educación, o inducen al comportamiento disocial, porque han errado absolutamente al interpretar lo que significa Patria Potestad. Padres que no educan coherentemente, tampoco se coordinan con los maestros, que adoptan una posición cobarde y errónea no permitiendo que nadie recrimine a sus hijos sus malas acciones. Padres que no escuchan, que no saben decir nada positivo de ellos, "me salió así" (como si de espárragos se tratara), que pierden los primeros días, meses y años de sus hijos "se me ha hecho mayor sin enterarme", que creen que no se influye sobre ellos, que no educan en la autoresponsabilidad; los que muestran una relación gélida y utilizan la palabra como florete y el mediador verbal como esgrima; los que quieren ver en sus hijos puras "esponjas de conocimiento" sin otros horizontes.

Tenemos una sociedad profundamente injusta, económicamente fracturada que golpea con el canto de sirenas del consumo, hay jóvenes que cuando se les pregunta ¿qué quieres ser de mayor? Contestan "rico", estos son los frutos de la denominada y padecida "cultura del pelotazo", que lo más que aporta a los jóvenes son zonas de "copas" para pasar el tiempo. Una colectividad que ha perdido en gran medida el sentimiento de trscendencia, de espiritualidad, que rehuye con pánico la soledad buscada.

Son muchas las personas que quieren modificar conductas, sin inocular valores.

Nos encontramos ocasionalmente, con que se ha perdido el respeto intergeneracional, que no es fácil que cuando entra una embarazada en un medio de transporte público un joven se levante para cederle el asiento. Pautas educativas esenciales, que hemos de retomar desde la razón, la palabra y la práctica, los más pequeños tienen que apreciar en sus mayores (en nosotros) ese respeto a los que no han antecedido.

3. El ser humano no nace violento (lo hacemos).

Fracasamos (a veces) en el proceso de educación, de socialización, en el proceso por el que nace y se desarrolla la personalidad individual en relación con el medio social que le es transmitido, que conlleva la transacción con los demás. Se forma una personalidad dura que puede llegar a la deshumanización, es el etiquetado piscópata (caso de Javier ROSADO -Juego del rol-). Volvamos la mirada hacia ese niño pequeño ya tiarano "lo quiero aquí y ahora", "no admito órdenes de nadie..." (viaje iniciático hacia pulsiones primitivas e incontroladas).

Y qué decir de esas familias que hablan mal de todo el que le rodea, que muestran vivencias negativas de las intenciones ajenas (del vecino, del jefe, de la suegra), de esos padres que al subirse al coche se transforman en depredadores insultantes, de los núcleos familiares que emiten juicios mordaces contra el distinto (por color, forma de pensar, procedencia). No se dude generaremos intolerantes, racistas, xenófobos.

Algunos educan en la estúpida y miope diferenciación (nosotros versus los otros), ya sean los españoles (en el País Vasco), los moros (en España), etc.

En gran medida educamos a nuestros niños en la violencia, contra los seres humanos, contra la naturaleza. Quemamos los bosques, contaminamos el aire, otro sentir. La violencia que nos rodea puede llegar a insensibilizarnos.

El que haya niños violentos es un mal que está en la sociedad. Y esta los teme, los rechaza y los condena.

Existe una profunda hipocresía. Los planteamientos socioeconómicos y educativos son fomentadores de comportamientos desviados y de carreras disociales y delincuenciales. Posteriormente se exige que se les encierre en prisiones (pero nadie quiere en sus proximidades una cárcel).

En la verdadera, concreta, cara prevención y en el esfuerzo resocializador cuando se ha fracasado, se encuentra la única esperanza."

VV.AA. (2006) "Criterios Pedagógicos de intervención con menores en conflicto". "La Responsabilidad Penal del Menor: Situación Actual". Madrid: Editorial Consejo General del Poder Judicial. (Págs. 184 a 187).

jueves, 22 de octubre de 2009

martes, 20 de octubre de 2009

La Responsabilidad Civil derivada de los Delitos cometidos por Menores: Un cambio notable.

"Desde el año 2001 se ha producido un cambio notable, que afecta no sólo a la efectiva entrada en vigor de la mayoría de edad penal a los dieciocho años -según las aplazadas previsiones del Código Penal de 1995-, sino también a las responsabilidades civiles. El cambio establecido en la materia por la Ley anterior 4/ 1992, en la nueva ley 5/2000 ha consistido en que, a diferencia de la Ley anterior 4/1992, en la nueva ley 5/2000, se permite el ejercicio por los perjudicados de las acciones civiles, en el seno de la pieza separada de responsabilidad civil que el Juez de Menores está obligado a abrir, y cuyo procedimiento viene legalmente establecido.

Tras la Ley Orgánica 8/2006, de 4 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores (DOE de 5 de diciembre) podemos distinguir los siguientes tramos de edad:
  • a) Menores de catorce años. En virtud de los dispuesto en el artículo 3 de la LORPM, de que a un menor de catorce años "no se le exigirá responsabilidad con arreglo a la presente Ley", la responsabilidad civil derivada de hechos de los menores de esta edad se regula por el artículo 1.902 del Código Civil y, si se trata de un alumno de un Centro Docente, por lo regulado en el artículo 1.9903.5 del mismo Código.
  • b) Mayores de catorce y menores de dieciocho. Se les aplica el régimen jurídico que se establece en la LORPM, que está constituido, en lo referente a la responsabilidad civil, por los artículos 61 y siguientes de la LORPM y, subsidiariamente, los artículos 109 y siguientes del Código Penal. Si la víctima se reserva la acción civil, se aplican los artículos 1.902 y siguientes del Código Civil.
RODRIGUEZ AMUNATEGUI, C. (2006) La responsabilidad civil derivada del bullying y otros delitos de los menores de edad. Madrid: Editorial Laberinto. (Pág. 101).